Cada día me indigna más la falta de civismo, definido, según el Diccionario de la Real Academia Española, como “el comportamiento respetuoso del ciudadano con las normas de convivencia pública”. Y más que la falta de civismo, me aterra la perspectiva y la actitud con la que muchos caminan por la vida. No me refiero a la mala educación (que también), sino a una situación más preocupante. La mentira y la traición pululan por doquier, mientras que la violencia se ha adueñado de la cotidianeidad. ¿Dónde ha quedado el honor? ¿Qué ha sido de la ética y la moral?
