En un mundo donde los titulares de prensa rotan a la misma velocidad que las tendencias de moda, no resulta extraño que las fake news hayan establecido su imperio. Luchamos contra el coronavirus encerrándonos en pisos diminutos y consumiendo cantidades ingentes de información y de cerveza. Se disparan las ventas de harina y levaduras mientras los michelines aumentan de tamaño día a día. Incertidumbre, morbo y miedo juegan una partida macabra en la que la banca siempre gana. El ciudadano, por desgracia, pierde.
El silencio: instrumento de comunicación y arma de destrucción psicológica
En la era del ruido, el alboroto, el escándalo y la algarabía ensordecedora, el silencio se ha convertido en un lujo que no todos se pueden permitir ni todos saben apreciar. Hay quien lo busca como bálsamo para la ansiedad y hay quien huye del sosiego para no tener que enfrentarse a sus pensamientos. Actuar así o asá depende de la personalidad, el modus vivendi y el deseo de paz interior de cada individuo. Y ello es respetable. Sin embargo, desde la óptica de la comunicación, el silencio es una herramienta poderosísima, un lenguaje en sí mismo capaz de transmitir el más rotundo y clarificador de los mensajes, y precisamente en base a esta contundente fuerza comunicativa, castigar a una persona retirándole la palabra tiene consecuencias devastadoras a nivel psicológico.
Crítica y elogio de la Programación Neurolingüística (PNL)
En los años 70, la colaboración entre Richard Bandler y John Grinder dio lugar al nacimiento del metamodelo de comunicación denominado “programación neurolingüística” (PNL). Desde entonces, se han publicado diversas obras a favor y en contra de esta disciplina. ¿Por qué tanta polémica y revuelo? Pues por una sencilla razón: a pesar de múltiples experimentos y estudios, la PNL no ha conseguido demostrar que exista un paradigma perfecto de comunicación que controle e identifique cada matiz del lenguaje.
Réquiem por el protocolo
El 3 de diciembre de 2019 tuvo lugar la sesión constitutiva de la XIV Legislatura. Estos días, gracias al incesante bombardeo desde los medios de comunicación, hemos tenido conocimiento de acuerdos y negociaciones in extremis que han desembocado en un gobierno de coalición, el primero de la Historia reciente. Sin entrar a valorar las consecuencias de este pacto ni la idiosincrasia que marcará las decisiones que regirán el destino de los españoles los próximos 4 años (si llegamos), considero digno de comentario el degradante espectáculo con el que las últimas semanas nos han obsequiado políticos de las más dispares ideologías. Al contemplar tales escenas, sólo puedo exclamar: el protocolo ha muerto, ¡viva el protocolo!
Los propósitos de Año Nuevo en la era del coaching
Hoy acaba el año y tenemos por costumbre realizar un balance de los pasados 12 meses. Experimentamos emociones contradictorias y sentimientos encontrados cuando nos percatamos de que otro año se marchó, casi sin darnos cuenta, enfrascados en el alocado ritmo diario. Nos zambullimos en lo urgente y demoramos sine die proyectos e iniciativas que, año tras año, incluimos en la lista de buenos propósitos y quedan relegados a la cola de nuestras prioridades. Apenas hay tiempo para dedicarlo a lo realmente importante. Pero, ¿qué es lo verdaderamente importante?